Las grandes potencias tecnológicas mueven grandes cantidades de dinero en todo el mundo, pero muchos piensan que no juegan limpio.
Primero fue Europa, luego Estados Unidos… y ahora, también, China.
Autoridades en todo el mundo intentan poner límites al poder y la posición de las grandes empresas tecnológicas, que se han vuelto dominantes en la era del capitalismo de internet.
Hace unos días, China publicó normas encaminadas a frenar prácticas abusivas de sus gigantes tecnológicos y se sumó así a los esfuerzos reguladores de distintos países.
En todas partes se repiten los mismos reproches: prácticas monopolísticas, trato desfavorable a los productos de la competencia, uso abusivo de los datos de los clientes, y adquisición de todas las pequeñas empresas con potencial de amenazar su hegemonía.
Qué están haciendo las autoridades en todo el mundo
Las normas hechas públicas por la Administración Estatal para la Regulación de los Mercados de China buscan impedir que los grandes de internet vendan a pérdida para eliminar potenciales competidores o utilicen de manera ilegítima los datos de sus clientes.
Las pioneras en los intentos por mantener a raya a los gigantes del capitalismo digital fueron las autoridades europeas.
La Comisión Europea anunció a principios de noviembre las conclusiones preliminares de su expediente sobre Amazon, a la que Bruselas acusa de violar sus normas antimonopolio.
La comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager, afirmó en un comunicado que hay sospechas de que Amazon utilizó los datos de proveedores externos que utilizan su plataforma para favorecer las ventas de sus propios productos.
«Con el auge del comercio electrónico, y siendo Amazon la plataforma líder en ese comercio, un acceso justo y sin distorsiones a los consumidores en línea es importante para todos los vendedores», señaló Vestager.
La compañía de Jeff Bezos, que según Forbes se ha convertido durante la pandemia en el hombre más rico del mundo, se enfrenta a una posible multa de alrededor de US$19.000 millones.
La compañía rechazó las acusaciones en un comunicado. «Ninguna compañía se preocupa más ni ha prestado más apoyo a los pequeños negocios en las últimas dos décadas que Amazon».
Amazon es el último de los gigantes tecnológicos estadounidenses bajo la lupa de las autoridades europeas, que ya antes apuntaron a Apple y a Google.
Cómo regular a los gigantes del capitalismo digital.
Más allá de las sanciones a los posibles excesos ya cometidos, el gran reto para los estados es crear normas que impidan que estos gigantes sigan abusando de su posición dominante.
La preocupación ha llegado ya al ámbito legislativo.
El pasado octubre, un comité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos publicó un informe en el que concluía que las empresas tecnológicas «tienen demasiado poder y ese poder debe ser controlado».
Pero la falta de acuerdo entre demócratas y republicanos, y la interinidad política hasta que se concrete la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, aleja de momento la posibilidad de medidas legales ambiciosas.
Para Slaiman, «las medidas antimonopolio jugarán un papel, pero no van a ser suficientes».
Como otros expertos, reclama que se imponga la llamada interoperabilidad, lo que permitiría que los vendedores externos pudieran interactuar directamente con los usuarios en las plataformas dominantes.
Cómo terminará el pulso
Se suele citar el caso Estados Unidos contra Microsoft de 1998, en el que las autoridades estadounidenses acusaron a la corporación de Bill Gates de tratar prácticas monopolísticas al hacer su sistema operativo Windows inaccesible para los programas desarrollados por sus rivales.
El pleito se alargó durante varios años, como probablemente ocurrirá con muchas de las investigaciones hoy en curso. Cabe la posibilidad de que las grandes compañías se vean obligadas a dividir su negocio y reducir su tamaño para cumplir con las leyes antimonopolio.
Pero, ¿podrán los Estados controlar unas compañías gigantescas de las que muchos autores creen que ya son más poderosas que muchos gobiernos?
Para Slaiman, solo una cosa está clara. «No sabemos cómo va a terminar esto, pero sin duda es un problema real y va a requerir una intervención gubernamental a diferentes niveles para manejarlo adecuadamente».